4 nov 2008

Poemario

Nueve hombres se han prestado las alas del ave fénix y se han echado a volar. Sus planeos rasantes, urgentes, memoriosos, llenos de ternura, repletos de paisaje, empapados de promesas, reclamos y lágrimas apretadas, colman un cielo que han creado para que otros y otras se asomen y lo vean.

En La ceniza de lo vivo, nueve poetas hermanados por la experiencia política, la identidad ideológica y la condena carcelaria, se encuentran en un mismo espacio para intercambiar y sumar sus voces.

Como en un profuso canto coral, poética tras poética cada uno de ellos eleva una voz que siendo metal también es flor. Metal y flor la ausencia, el amor, el exilio, la tortura, la muerte, la lucha, el espanto, y la memoria, siempre la memoria: ésa, que estos hombres han retratado a fuerza de viento interior para no perder el camino que los devuelve a ellos mismos.


A FLOR DE PATRIA

a los caídos por la verdad

Yo vivo extasiado y absorto con este cielo,
este cielo donde amanece la ternura, el amor, la
esperanza, cielo de mi patria, árbol que nace invencible
como abrazando el mundo, solidario.
Patria de mi ser azotado, te pertenezco en cuerpo y
alma. Ay, perú intenso, con minúscula, así siéntote mío.
Ay, amanecer de mi cuerpo confinado
cómo descender de la frente agrietada
si aún se vierte sangre, si aún la espiga del alba muere
si al niño que soñaba con el mar
le arrancaron a puntapiés la infancia
si al hombre que soñaba con el mar
le arrancaron a puntapiés el padre
si a la mujer que soñaba con el mar
le molieron a puntapiés las entrañas.
Pero yo no quiero esa otra patria hipócrita
mujer
no, no es mi madre, no pretenda que le crea
¡Quiero mi patria! ¡quiero mi madre!
perú elemental
el hombre humano está subiendo del polvo
restituyéndose a gritos
cada noche ríos de cadáveres atraviesan,
ceremoniales,
convictos de vivir, por las callejas del fuego extinto
Y tú, tierra, tú no sabes como se pudren los días en la
boca
ya la imagen de la espalda desollada
se pierde en las piedras
y la sed avanza y repta y calcina el corazón

Dame un cielo donde amanezca sin premura
donde no sea tarde la madrugada,
donde nadie diga, aterrado: ¿y ahora quién nos falta ?
y nos miremos aterrorizados, los unos a los otros
no, no quiero un cielo oscuro
donde nos estalle sarcástico
el odio que teje odios, leyes, cárceles,
la venganza que asesina el amor
la impunidad del cuchillo carnicero
Quiero la verdad pura e irresistible de una niña
la pureza de una rosa
el rocío que baña la hierba
ay, patria del amor y patria de los ríos sin tregua.

Gustavo Caycho Saldías (del Poemario colectivo "La ceniza de lo vivo")

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