16 sept 2015

101 AÑOS DE VIDA DE NICANOR PARRA



Nicanor Segundo Parra Sandoval nació en Chile, en San Fabián de Alico, el 5 de septiembre de 1914. Gabriela Mistral lo llamó en mil novecientos treinta y ocho adelantándose a sus futuros reconocimientos: El futuro poeta de Chile.

Cumple hoy 101 años de vida y nos sumamos a su alegría y a la del pueblo chileno por contar con este insigne poeta, físico y matemático, galardonado muchas veces. Entre sus más reconocidas distinciones están el Premio Nacional de Literatura. El Premio Cervantes que le fue otorgado reconociendo la valía de un creador universal, junto a la necesidad de la búsqueda  de nuevas formas de expresión y la exploración de las fronteras comunicativas del ser humano. Debido a su avanzada edad no pudo asistir a la premiación, asistió en su lugar, su nieto Cristóbal Ugarte. Para la ceremonia, Nicanor envió de regalo su máquina de escribir, a la que llama “la máquina del tiempo” y un poema oculto en un sobre sellado con instrucciones para que sea abierto dentro de 50 años.


Recibió igualmente el Premio Reina Sofía, el Premio Juan Rulfo y el Premio Iberoamericano de Poesía, siendo elegido de manera unánime por su gran trayectoria, por su aporte al enriquecimiento del lenguaje poético latinoamericano, por su humor, su ironía, su mirada infatigablemente crítica y por la extraordinaria diversidad de sus búsquedas como antipoeta, poeta visual y traductor. El premio correspondió a sesenta mil dólares, más un diploma y una medalla. Al ser informado el poeta señaló: No es la primera vez que me dan un premio que no merezco y espero que no sea la última. Me querellaré contra quienes resulten responsables.

El poeta ha sido postulado al Premio Nobel de Literatura en diversas ocasiones. La primera por la Universidad de Nueva York, la segunda por la Universidad de Concepción y la tercera por la Universidad de Chile.

Nicanor es el mayor de nueve hermanos, nació en el seno de una familia modesta sometida a la precariedad económica y a continuos cambios de residencia. Su padre, Nicanor Parra, era maestro y músico y su madre, Rosa Clara Sandoval, costurera. Ella solía cantar canciones folklóricas. Tres  de sus hermanos llegaron a ser reconocidos artistas populares: Roberto, Eduardo y Violeta. Tiene tres hijos: Catalina, artista visual,  Colombina y Juan de Dios, músicos.

En 1927 ingresa al Liceo Hombres de Chillán, donde cursó hasta el quinto año de humanidades. Luego parte a Santiago para terminar la educación secundaria gracias a una beca de la Liga de Estudiantes Pobres. Más tarde ingresa al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile donde estudia Matemáticas y Física.

En 1935 publica su primer libro: Cancionero sin nombre. Según la crítica especializada, el modelo de este poemario fue el Romancero Gitano de Federico García Lorca. En ese libro Parra incorpora la figura métrica del romance y el hablante poético como personaje de los versos, existen en sus letras elementos que prefiguran ya la antipoesía.

Regresa el poeta a Chillán para desempeñarse como profesor de Matemática y Física en el liceo donde había estudiado. Al año siguiente obtiene el Premio Municipal de Santiago por su contribución a la física y la matemática.

Mediante una beca viaja a Estados Unidos a estudiar mecánica avanzada en la Brown University y al regresar se incorpora a la Universidad de Chile como profesor titular de Mecánica Racional. Luego es Director de la Escuela de Ingeniería. Más tarde, con la beca del Consejo Británico estudia Cosmología en Oxford y después de haber pasado como alumno conflictivo fue designado como Profesor Honorario de tan distinguida Institución.

En 1954 aparece su segundo libro: Poemas y antipoemas. El poeta ha sido uno de los más importantes protagonistas de la literatura chilena desde la segunda mitad del siglo XX. Su inteligencia, curiosidad y capacidad de observación lo llevaron a ser un gran conocedor de la cultura que lo rodeaba, lo que lo llevó a analizar y profundizar su propio trabajo. Es considerado el creador de la antipoesía; una propuesta literaria distinta con versos cargados de ironía utilizando un lenguaje coloquial, directo, con un ritmo que se adapta a la circunstancia a la que se refiere, produciendo un corte radical en la poesía de América Latina. Él mismo declaró alguna vez reconociendo el impacto que su poesía causó en la literatura: la antipoesía no es otra cosa que el ying y el yang, el principio masculino y femenino, la luz y la sombra, el frío y el calor. La poesía es crear vida en palabras, realmente eso es lo que me pareció que tenía que ser la poesía. Una vez que se acepta este punto de partida, caben muchas cosas en la poesía, no tan sólo las voces impostadas, sino también las voces naturales, no tan sólo los sentimientos nobles, sino también los otros, no tan sólo el llanto, sino también la risa, no tan sólo la belleza, sino la fealdad. Me pareció que la clave de todo el problema estaba en la palabra vida; y la antipoesía no es otra cosa que vida en palabras.  Durante medio siglo la poesía fue el paraíso del tonto solemne hasta que vine yo y me instalé con mi montaña rusa. Suban si les parece. Claro que yo no respondo si bajan echando sangre por boca y narices.


Desde entonces la producción de Nicanor Parra ha sido prolífica: Versos de salón, Canciones Rusas, Obra Gruesa, Artefactos, Sermones y Prédicas del Cristo de Elqui, Chistes para desorientar a la poesía, Coplas de Navidad, Poesía Política, Hojas de Parra, la Cueca Larga, que nos muestra los festivos ritmos populares chilenos y muchos más títulos.

Declaró el poeta que su “maestro absoluto” fue Franz Kafka y que algunos otros autores que lo influyeron fueron: Walt Whitman, Federico García Lorca, Julio Cortázar, Gustavo Adolfo Bécquer, Ernesto Cardenal y Juan Rulfo.

La poesía de Nicanor no se parecía en nada a lo que escribían los poetas de su época. En una ocasión Pablo Neruda escuchó los versos de Parra recitados por él mismo durante una velada en su casa en Isla Negra. Al terminar la lectura felicitó al poeta y le preguntó cómo había sido capaz de escribir a partir de la nada. Neruda, personificando la antigua forma de escribir, quizás visualizó que sería la primera víctima de esa nueva escritura. Y así, los poetas se distanciaron. En una entrevista años más tarde Parra expresa: Nunca fui el autor de nada, porque siempre he pescado cosas que andaban en el aire.

Nicanor Parra es también un escultor, un artista visual. Su obra se ha expuesto en Estados Unidos, España y Chile. Escribió y diseñó Artefactos. Según sus propias palabras se encargó de seleccionar de los textos hablados, aquellos más significativos, aquellos que contienen una mayor cantidad de energía. Por ejemplo, su artefacto USA dice: Donde la libertad es una estatua. Y en otro escribe: Yo no soy derechista ni izquierdista, yo simplemente rompo con todo. Tal vez se refería a su visita para tomar el té con la esposa de Richard Nixon que le costó la hostilidad de la izquierda chilena.

El prólogo del Catálogo de la exposición Artefactos Visuales en Madrid titulada Ocho segundos de Nicanor Parra lo escribió Roberto Bolaño que expresa: Sólo estoy seguro de una cosa con respecto a la poesía de Nicanor Parra en este nuevo siglo: pervivirá. Esto por supuesto, significa muy poco, y Parra es el primero en saberlo. No obstante, pervivirá, junto con la poesía de Borges, de Vallejo, de Cernuda y algunos otros. Pero esto, es necesario decirlo, no importa demasiado.


El que sea valiente que siga a Parra. Sólo los jóvenes son valientes, sólo los jóvenes tienen el espíritu puro entre los puros. Pero Parra no escribe una poesía juvenil. Parra no escribe sobre la pureza. Sobre el dolor y la soledad sí que escribe; sobre los desafíos inútiles y necesarios; sobre las palabras condenadas a disgregarse, así como también la tribu está condenada a disgregarse.

Un apunte político: Parra ha conseguido sobrevivir. No es gran cosa, pero algo es. No han podido con él ni la izquierda chilena de convicciones profundamente derechistas ni la derecha chilena neonazi y ahora desmemoriada. No han podido con él la izquierda latinoamericana neostalinista ni la derecha latinoamericana ahora globalizada y hasta hace poca cómplice silenciosa de la represión y el genocidio.

Hoy en día Nicanor Parra todavía maneja su escarabajo y expresa: Renuncié a la literatura y me dedico a escribir frases de los niños. Es un excelente conversador, un hombre genial sin edad definida, actual y lleno de humor, aparte de ser galante y muy cortés. Conversar con él es aprender sin estudiar, es irse a lo profundo. Quien haya conversado con el poeta habrá sentido estar ante un erudito, que sin afectaciones y con un manejo limpio del lenguaje enlaza en una frase conceptos, un sabio consejo, un cuento, las obras más recientes, un chiste, una cita exacta o una respuesta certera.

En febrero del año pasado visité Isla Negra y con el poeta chileno Alfred Asís, el poeta uruguayo Enrique González y los poetas bolivianos René Aguilera y Guido Medinacelli fuimos a visitarlo para entregarle el libro Cien poemas a Nicanor, editado por Alfred, que también vive en Isla Negra, donde poetas de diversos países unieron sus letras para homenajearlo. Igualmente René, presidente de la Unión de Escritores de Tarija, le otorgaría la Medalla de Oro Castillo Azul en reconocimiento a sus letras.

Creo que todos teníamos una emoción contenida, pensando si sería posible que nos recibiera, se dicen tantas cosas, que no da entrevistas, que no recibe visitas, pero con nosotros fue todo lo contrario. Gentilmente nos recibió en compañía de su amiga y ex alumna Tati.

Muy emocionado recibió la medalla y el libro. A mí me pidió que leyera uno de los poemas y yo fui un poco egoísta y leí el mío. Luego me pidió leer en un libro muy querido por él, el Epistolario de Diego Portales. Allí escogió una carta dedicada por Portales a la señorita Z. El contenido de la carta era jocoso y todos reímos. Luego mandó a preparar té, bailamos cueca y nos retiramos sin ganas de irnos para no abusar de su excelente hospitalidad. ¡Gracias Nicanor! Conocerte y compartir contigo fue un gran privilegio para todos nosotros.
                                                                                             
Maigualida Pérez González
(De la columna educativa Algo para aprender)