10 mar 2016

EL ESFUERZO DE NO OLVIDAR

Recuerdo en Lima allá por 1990, una tía abuela se enteró que su hermano había muerto en Tocache, al interior de la selva peruana, donde la violencia política arreciaba. En conclave familiar, se decidió que la tía fuese a Tocache. Después de algo de una semana la tía retorno ajada, pasmada, pero sonriendo: traía en su pecho una niña de un año o algo más. Una tarde almorzando en la terraza, pues la abuela vivía ahí, sobre un edificio que se encargaba de limpiar, conversábamos. Sobre el cielo limeño pasaba un helicóptero. La niña estaba sentada al costado de mi tía. Cuando el ruido del motor se hizo evidente, la niña a pesar de su edad, se tiró de la silla, reptó debajo de la mesa, y arrastrándose a una velocidad increíble pudo llegar debajo de la cama de la abuela, de ahí la sacamos temblando, decía: “toco toco” y lloraba señalando la lejanía.
Las memorias individuales del conflicto político no son una ni pocas, son miles, quizá millones. Se las va asimilando, para construir el presente. Pero las memorias colectivas son otra cosa -mucho más intangible-: definen el destino del colectivo, de un grupo, de una clase, de un pueblo o de una patria.
La importancia de las memorias colectivas no está en No Olvidar, en levantar inmensos edificios para resguardar lo tangible, tampoco en cantar victoria o almacenar el rencor de la derrota, está en definir una memoria de confluencias, de los diferentes grupos en pugna. Ejemplos resultan los discursos aún lacerantes de la Conquista Española o de la Guerra del Pacifico. Cuanto más tiempo pasa el hecho se uniformiza más, y cuando es útil se restructura, se recrea, se actualiza. Esto hace de la Memoria un instrumento de control social.
Las diferentes lecturas de las memorias posconflicto, en un afán de empoderarse de este instrumento, aún no han confluido en un dialogo entre ellas, a pesar que el presente artículo se motiva en la película titulada precisamente: “Entre Memorias”, de la directora Mati Dietrich , hija de peruanos radicada y nacida en Alemania. El documental no es el primero ni será el último sobre esta etapa, pero ayuda a vislumbrar qué tipo de memoria se está tallando.
Entre Memorias desde un inicio plantea que los grupos alzados en armas iniciaron la guerra: Sendero Luminoso y el MRTA, en seguida define ya una categorización que va a guiar todo el documental, dice en off, “los unos guiados por el fanatismo y los otros por la justicia social”.
El desarrollo de los testimonios pretende mostrar una imagen múltiple de los involucrados. Voluntaria o involuntariamente son parte del posconflicto.
La asistencia a la presentación de Entre Memorias, fue nutrida, algo más de doscientas personas, a quienes esta etapa les debe ser de sincero balance y responsabilidad.
Entre Memorias” como “Sybila”, “Los Cabitos”, “Tempestad en los Andes” y varios otros documentales de los años recientes son herramientas necesarias para motivar una reflexión sobre el pasado, la reconstrucción de la imagen integral del colectivo y dejar constancia del momento histórico.

La visión que se ha impreso al documental -rodado el 2011- define una etapa de la historia del Perú, y es tácita la preeminencia de mantener la memoria, con un balance de los testimonios: el afán político y justificatorio de Carlos Tubino desde la óptica militar, el ejemplicador caso de Lucero Cumpa y el dolor de las madres de la Asociación Nacional de Familias de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos (ANFASEP).
 Ha logrado su directora, Martha Cecilia Dietrich, entrar no por los medios casi ya convencionales, lo ha recalcado. Es decir no ha usado la inmensa cantidad de audiovisuales que hay del conflicto interno, sino ha ido al campo mismo, pero también ha usado como antropóloga, este documental como parte de sus tesis. Ha logrado ingresar al discurso que está detrás del político, en donde imperan los derechos más extensivos, mas inclusivos, los humanos, y entre ellos es el de tener memoria de lo sucedido. En el especial ya no vemos las imágenes impactantes de la pasada guerra, apela más el documental a la discusión y reflexión interna, a las preguntas que es deber de los espectadores responder.
Si bien aún los discursos de la memoria no convergen más que en el dolor y la impotencia, sin embargo aún en el nivel simbólico, la directora no libra el combate por definir términos. En algunos momentos reconoce a los alzados en armas como terroristas, en otros les da el estatus de prisioneras políticas, como el caso de Lucero Cumpa, líder del MRTA, cuyo testimonio de entereza al asumir su responsabilidad y su reflexión de parte, en la película. Su hija,  leyó una carta enviada desde el Penal de Chorrillos, y que representó para el público asistente un testimonio más, fue  una  atenta y tolerante actitud escuchar y reflexionar sobre su contenido. El congresista Carlos Tubino da la óptica del discurso de la memoria del vencedor: generaliza atrocidades hechas por los grupos alzados en armas en tanto justifica el accionar represivo, sin un necesario referente real, pero al final es un discurso de SU memoria; de la memoria que quiere institucionalizar, y que debería imponerse como un instrumento de control social. La lucha de las madres de ANFASEP por lograr que se reserve la Hoyada, un lugar para recordar a los seres queridos desaparecidos en el cuartel Los Cabitos en Huamanga, un monumento que sea el lugar del recuerdo individual y colectivo. Un momento de retorno al pasado mediante las escenas que corresponden a la recreación de la toma de la embajada japonesa por parte del Ejercito del Perú, ahí está claro que para los vencedores la memoria debe ser un instrumento de control social, de supremacía, de un solo discurso válido, la que una vez más en la historia tiene la victoria sobre su propio pueblo, sobre sus propias entrañas.
Entre Memorias ha tenido a bien considerar la parte subjetiva de la directora, como por ejemplo resaltar el papel fundamental de las mujeres en el conflicto. Martha Dietrich  ha declarado que se impuso su visión de la mujer. Al igual en ausencia de la visión de memoria de Sendero, ella manifestó que no logró calar su compatibilidad con las representantes. Estas cuestiones subjetivas, posponen la necesaria lectura de uno de los actores del periodo bélico que complementa la memoria colectiva, La Verdad y la Justicia como exigen las madres de ANFASEP.
Martha Dietrich ha dejado a disposición los CDs de Entre Memorias, para que se proyecte en espacios públicos y así contribuya a la convergencia de la Memoria que sirva para dignificar al ser humano.
Ángela Hunter