2 mar 2016

LOS ILEGITIMOS

En edición reciente de la revista Hildebrant en sus Trece (Nro 281), el periodista Carlos León, a sugerencia de un amigo, pudo leer, tras indagar en diversas bibliotecas nacionales y extranjeras,  el libro “Los ilegítimos” de Hildebrando Pérez Huarancca. Sus impresiones son dignas de transcribir.

es un gran, gran libro. Crudo, salvaje, triste y violento. Son doce cuentos bajo una misma idea: todos los personajes son hijos ilegítimos, simbólica o prácticamente. Hijos de padres asesinados por la policía o maltratados sin piedad por los gamonales, huérfanos, el hijo de una puta, el hijo de una adultera. Al final, en el último cuento, se establece mejor la idea: son todos lo hijos ilegítimos del Perú, un país que no los reconoce como suyos.

Hace 34 años, el 2 de Marzo de 1982, Pérez Huarancca fugó de la cárcel de Ayacucho junto con otros 70 presos entre quienes se encontraba Edith Lagos. Posteriormente fue acusado por la CVR, con argumentos endebles, como autor de la horrenda acción de Lucanamarca.

La comisión de la Verdad nunca pudo establecer, con contundencia, la responsabilidad de Pérez Huarancca. Fue más bien una suma de suposiciones y omisiones lo que los llevó a esa conclusión.

Hoy, su obra narrativa viene siendo motivo de renovados estudios y reconocimientos. Y la opinión de León aporta en el mismo sentido.

Hay un gran uso de la oralidad en los cuentos, Pérez Huarancca tiene párrafos alucinantes y sobrecogedores, duros, secos, terribles. El monólogo final del primer cuento, “La oración de la tarde”, es simplemente envidiable. Pero además del componente estético, que vuelve a ese viejo libro, mucho mejor que varios kilos de la narrativa peruana actual, lo que me perturba es su argumento subyacente: el pueblo que retrata es uno condenado a sufrir, donde la única vez que el gobierno llegó fue para matar estudiantes, donde todos los poderes locales atentan y abusan contra ellos. No hay organizaciones sociales, no hay confederaciones campesinas, no hay partidos, no hay personajes entre épicos y forzados como el “Nictálope” de “Redoble por Rancas”, que organiza el asesinato del hacendado con una ligereza tal que pareciera que fuese de campamento. Ni siquiera eso. No hay intermediarios. No hay nada. Pero está la promesa de la venganza: algún día la justicia llegará, y todas las injusticias serán cobradas. Para eso casi que habría que “eliminar todo de raíz”, como dice uno de sus personajes.

La lectura de “Los ilegítimos” nos aproxima a la verdad histórica del conflicto interno, en especial a la comprensión de las causas que provocaron el estallido social. Y luce además el componente artístico, la forma lograda.

Leer a Hildebrando Pérez Huarancca, con todas las complicaciones que genera su biografía, es también encontrarse con la cara más horrible de la historia del Perú.

Los miembros de la Agrupación Cultural Ave Fénix, después de un arduo trabajo de transcripción, ofrecen el libro a los lectores en la siguiente dirección.

Una lectura necesaria para entender el país al borde de los ochenta.

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