En edición reciente de la
revista Hildebrant en sus Trece (Nro
281), el periodista Carlos León, a sugerencia de un amigo, pudo leer, tras
indagar en diversas bibliotecas nacionales y extranjeras, el libro “Los
ilegítimos” de Hildebrando Pérez Huarancca. Sus impresiones son dignas de
transcribir.
es un gran, gran libro. Crudo,
salvaje, triste y violento. Son doce cuentos bajo una misma idea: todos los
personajes son hijos ilegítimos, simbólica o prácticamente. Hijos de padres
asesinados por la policía o maltratados sin piedad por los gamonales, huérfanos,
el hijo de una puta, el hijo de una adultera. Al final, en el último cuento, se
establece mejor la idea: son todos lo hijos ilegítimos del Perú, un país que no
los reconoce como suyos.
Hace
34 años, el 2 de Marzo de 1982, Pérez Huarancca fugó de la cárcel de Ayacucho
junto con otros 70 presos entre quienes se encontraba Edith Lagos.
Posteriormente fue acusado por la CVR, con argumentos endebles, como autor de
la horrenda acción de Lucanamarca.
La comisión de la Verdad nunca pudo
establecer, con contundencia, la responsabilidad de Pérez Huarancca. Fue más
bien una suma de suposiciones y omisiones lo que los llevó a esa conclusión.
Hoy, su obra narrativa viene
siendo motivo de renovados estudios y reconocimientos. Y la opinión de León
aporta en el mismo sentido.
Hay un gran uso de la oralidad en los
cuentos, Pérez Huarancca tiene párrafos alucinantes y sobrecogedores, duros,
secos, terribles. El monólogo final del primer cuento, “La oración de la
tarde”, es simplemente envidiable. Pero
además del componente estético, que vuelve a ese viejo libro, mucho mejor que
varios kilos de la narrativa peruana actual, lo que me perturba es su
argumento subyacente: el pueblo que retrata es uno condenado a sufrir, donde la
única vez que el gobierno llegó fue para matar estudiantes, donde todos los
poderes locales atentan y abusan contra ellos. No hay organizaciones sociales,
no hay confederaciones campesinas, no hay partidos, no hay personajes entre
épicos y forzados como el “Nictálope” de “Redoble por Rancas”, que organiza el
asesinato del hacendado con una ligereza tal que pareciera que fuese de
campamento. Ni siquiera eso. No hay intermediarios. No hay nada. Pero está la
promesa de la venganza: algún día la justicia llegará, y todas las injusticias
serán cobradas. Para eso casi que habría que “eliminar todo de raíz”, como dice
uno de sus personajes.
La lectura de “Los
ilegítimos” nos aproxima a la verdad histórica del conflicto interno, en
especial a la comprensión de las causas que provocaron el estallido social. Y
luce además el componente artístico, la forma lograda.
Leer a Hildebrando Pérez Huarancca,
con todas las complicaciones que genera su biografía, es también encontrarse
con la cara más horrible de la historia del Perú.
Los miembros de la
Agrupación Cultural Ave Fénix, después de un arduo trabajo de transcripción, ofrecen
el libro a los lectores en la siguiente dirección.
Una lectura necesaria para
entender el país al borde de los ochenta.
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