-Me atiendes
el fogón, Ignacio; voy a traer agua antes que caiga la lluvia. También recógeme
las ropas tendidas en el patio.
-Ya mamá… Tú
papito decías cuando empezaba el viento a silbar las puntas de nuestros ponchos
y cuando tronaba el rayo por sobre nosotros “San Antonio Patrón de los
caminantes líbranos de las desgracias” y el viento apretándonos las espaldas y
nosotros más livianos avanzando hacia adelante “papito di por qué revienta el
rayo” y la lluvia cayendo primero en gotas gruesas como piedras luego menudas y
más fuertes aún hasta levantar polvo de la tierra seca “es San Gabriel montado
en su caballo blanco y con su espada de fuego arreando demonios del cielo” y el
agua calientita primero y después fría como helando nuestros huesos entonces
era la lluvia de pies a cabeza haciéndonos tiritar con los pantalones pegados a
las pantorrillas para después llegado a casa secarnos en el fogón o meternos a
la cama porque no teníamos más ropa de la que llevábamos puesta pero todo eso
fue mucho antes a aquella tarde que saliste y que afirman que fuiste asesinado
durante una manifestación en la provincia fue cuando aún caminabas junto a mí
que era tu hijo mayor junto a mi madre junto a nosotros que no sabíamos cómo
sembrar la tierra entonces ibas quitándote el sombrero y rezabas diciendo no sé
qué cosas tal vez maldecirías a alguien que no conocíamos y lo otro pasó esa
tarde que estabas junto al fogón sentado y conmigo sobre tus rodillas después
de haber llegado de la chacra con lluvia y mojado hasta el alma cuando
arribaron los delegados preguntando por ti y luego diciéndote “apúrate
Florentino urge llegar temprano a la provincia a impedir que nuestros hijos
también sean ignorantes como sus padres” lograron que fueras con ellos pero
allí yo no comprendí lo que querían decir ni a donde se iban contigo a la
cabeza sólo imaginé que ibas a mostrarles los ganados que habías traído la
noche anterior y que a más rato volverías trayendo leña o tunas como siempre lo
hacías pero no sucedió así no volviste durante el tiempo que te esperamos digo
que te esperábamos con la comida preparada barrida la casa llenos de novedad
sin embargo nunca más te apareciste y entonces cada canto del gallo y cada
ladrar de perro era tu llegada mientras que en la casa mi madre se pasaba
diciéndome en las mañanas en las tardes de todos los días que estabas de viaje
que ibas a volver pronto y cuanto más me hacía el dormido conversaba en las
noches con la abuela “es malo decir a los muchachos porque lloran al corazón” y
la lluvia siempre cayendo por las tardes como esta misma lluvia que ahora
empieza a caer sobre esta casa que tú levantaste con tus manos encallecidas de
la misma manera fuera de la casa mientras yo crecía solo en el pueblo junto al
cedro del centro de la plaza “dicen que los tomaron presos y los dejaron por el
camino con las manos y los pies amarrados hacia atrás” “Dicen que los llevaron
a la cárcel” “Dicen que los mataron en plena manifestación y los enterraron en
el cementerio de la provincia” Y los caminantes que llegaban de vez en cuando a
nuestro pueblo “¡Los deudos de la masacre del sesentinueve aún no logran ubicar
el cadáver de sus familiares” entonces yo corriendo a casa y preguntar a mi
madre y ella como siempre negándose a revelarme el secreto de tu ausencia sólo
en las noches conversaba ella con la abuela primero contestando con rabia y luego
llorando hasta despertarme y allí haciéndome el dormido escuchaba “Si esa tarde
no sale nada hubiera pasado con mi esposo” “Pero Josefa él lo hizo porque tenía
que estar con los demás y seguir con los reclamos que habían empezado días
atrás” “¡Ese domingo veintidós!” “Tu esposo y otros cabecillas del pueblo
fueron asesinados en la plaza con los reclamos en la garganta y sus cuerpos
enterrados en un rincón del cementerio antes que nosotras llorásemos en sus
cabeceras” “Si hasta ahora no sabemos en qué rincón está su cuerpo ni siquiera
nos dicen que si los mataron” “Josefa hay gente que niega hasta los que sus
ojos ven sin embargo para quienes somos del pueblo estas cosas son heridas que
jamás se curarán con nada” “Todo el mundo sabe que eso fue obra de los mandados
del Gobierno” “Claro Josefa saliendo de las esquinas de la plaza acallaron a
hombres y mujeres y niños balaceándolos sin más por qué como a perros del mal”
y llorando desesperadamente “¡Ya nunca regresarás Florentino!” y la abuela
consolándola “Pero sí crecerá su hijo Josefa y cumplirá con la tierra para
tenernos en casa a las dos… los hijos responden por sus padres en tiempos como
éste… el padre fue muerto pero Ignacio lleva la sangre de Florentino Ramos … él
responderá Josefa” y mi madre aún aferrándose a la esperanza “¿No estará el
cuerpo de mi esposo entre los cadáveres que enterraron en el cementerio de la
capital de departamento…?” y de amanecida no hablaban nada de nada y cuando
insistía sobre tu paradero la abuela me respondía rabiando “nada más te ocupas
en averiguar cosas mira pues el camino grande a ver si logras ver a tu padre”
entonces yo dejando todo estaba horas de horas allí subido en la piedra grande
del patio desde donde tú acostumbrabas mirar tus chacras viendo queriendo
tratando de ver tu regreso por los caminos del pueblo…
-¡Pero,
Ignacio! Siempre estás conversando contigo mismo sin ocuparte de nada. Ni
siquiera el fogón me atizaste.
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