Otra crónica de lo
sucedido el 15 de Marzo y que se reeditó en el II Congreso Internacional Karl
Heinrich Marx organizado por el Grupo Pólemos en la UNMSM el pasado 24 de Mayo.
AVANZAN PERSPECTIVAS CRÍTICAS A PESAR DEL DESMADRE
DE MOVADEF/FUDDEP EN EL GREMIO DE ESCRITORES DEL PERÚ.
Escribe: Sandro
Westphalen
Reproducido de Viejo
Topo (actualmente en remodelación)
I
Jirón Lampa 208, 15
de marzo del 2017. Cuando se completó la llegada de los expositores, un poco
más de las 7 pm, el recinto estaba abarrotado. Se trata de un local céntrico,
muy antiguo, al frente de unos de los vértices la Iglesia San Francisco. Crujen
las maderas cuando se sube al segundo piso. La creciente actividad del Gremio de Escritores del Perú va
disipando el tiempo estancado y renovando los colores de esta vieja casona
limeña.
Sus directivos la
están abriendo a otro destino posible: el de ser un refugio de intelectuales
que navegan en la contracultura, un espacio de debate y no de la repetición de
consignas, un auditorio para los sin voz, un territorio de la juventud rebelde
e innovadora que empieza a hacer oír su voz cada vez más fuerte, a
contracorriente de los discursos oficiales, blindados contra toda crítica e
inmunes a la autocrítica.
Ni la Pontificia Universidad Católica ni el Instituto de Estudios Peruanos, hasta
ese momento, habían aceptado el pedido de realizar ahí la presentación del
último número de la revista Eolle, de
la Universidad Le Havre, que a través de siete textos, aborda un tema de por sí
delicado en el Perú: el papel de la mujer en la insurgencia armada de los años
80 y 90. El Gremio, según nuestra indagación, decidió acoger esta presentación
y a las diversas voces que nutrieron el N° 7 de la publicación.
Como sostiene Anouk Guiné en su texto introductorio,
existe una hegemonía del discurso que cierra el camino a otras interpretaciones
de la historia reciente en el Perú, particularmente respecto a la participación
de la mujer. Las silencian, demonizan e invisibilizan.
El anuncio de la
presencia del historiador Antonio Zapata,
autor de Elena Yparraguirre, la mirada de
la número tres, ratificaba el carácter académico del evento, abierto a
todos los públicos.
Estaban también Óscar Gilbonio, de la Agrupación
Cultural Ave Fénix, autor del ensayo: Hildebrando
Pérez Huaranca, Edith Lagos y Jovaldo. Texto
de combate; Rocío Maldonado, una joven estudiosa que con Johanna Gonzáles aportó
el ensayo: Mujeres ‘guerrilleras’: La participación de las mujeres en las FARC
y el PCP-SL, los casos de Colombia y
Perú. Y, como invitado, Dinnik
Ascensios, autor del libro recientemente publicado: La ciudad acorralada
II
Cuando la socióloga Anouk Guiné tomó la palabra para
explicar los motivos del evento, establecer un orden de intervenciones y el momento
de las preguntas del público, el local presentaba ya un panorama llamativo. Por
un lado, la sala principal rebalsaba. La escalera de acceso al segundo piso estaba
copada. Hubo gente que decidió retirarse apenas llegaba, pues ya no había lugar.
Pero por otro lado se
apreciaba, según algunos acuciosos observadores, un grupo de Movadef/Fuddep. Se
trataba de unas 20 a 30 personas, entre jóvenes y adultos, de un público de
unas 120 personas aproximadamente. Desde su fundación en el 2009, el Movadef y
hoy Movadef/Fuddep, a través de sus activistas, básicamente se han
dedicado a recoger firmas día y noche en aras de la Amnistía General, el motor
de toda su actividad política.
Dos veces, el 2013 y
el 2016, han visto que la puerta del JNE se les cerraba y los dejaba en la
acera abrazados a sus fardos de padrones, conseguidos a pesar de todo con
enorme esfuerzo. Sin embargo, un nuevo fracaso, no debiera hacerles perder el
tono y la cordura. Empezando porque debieran estudiar minuciosamente la causa
de ellos. Le echan la culpa de todos sus males a la persecución política:
cuando, en verdad, les han permitido adquirir sus kits electorales.
Irónicamente, había retado la alta valla impuesta diciendo que lograrían la
meta de firmas en menos de lo que canta un gallo. Pero esto de la persecución
política ya suena aburrido. ¿Por qué no les piden a sus dirigentes una
explicación convincente de su nuevo fracaso? ¿Por qué se dejan empujar, una vez
más, a otras actividades y otros blancos
de ataque cuando el tema de fondo
está sobre la mesa y en su propia cancha?
Cuando Movadef/Fuddep
ha ido a un evento académico donde se exponen posturas que no son las suyas,
han ido básicamente a hacer desmadres. Eso se llama: «volar
el evento». Y como si el mundo fuese de su
propiedad, como un niño que se considera dueño de todos los juguetes, llegan a «exigir»
que les den un lugar en el panel, porque lo otro es marginación, etc. El caso
más recordado es del 2012, en la presentación del libro Profetas del odio, donde cumplieron el paradójico papel de
regalarle a Gonzalo Portocarrero su
primer y único best seller.
En ese escenario del Gremio de Escritores, donde
Movadef/Fuddep asomaba, según nuestras fuentes, los ponentes estaban alertados
de lo que podía ocurrir.
Antonio
Zapata, el ponente más conocido, expuso tres puntos
centrales. Pero podríamos resumirlo así:
A contracorriente de
la visión maniquea de que las mujeres del PCP-SL, eran simples ejecutoras de
órdenes, él ha descubierto que ellas tenían una notable capacidad de autonomía
o agencia. Y lo ha descubierto o
comprendido, afirma, en los tres años de entrevistas a Elena Yparraguirre, «la
número 3».
Y que con ella ha alcanzado una buena relación y empatía. A partir de ahí, Zapata
concluye, sin más, estar abriendo una nueva explicación sobre SL que rebate la posición de Feliciano de que era una
organización vertical. Si había autonomía entonces, sostiene, cada sección
de la organización aplicaba según su manera y quedaba diseñado un terreno
ambiguo de responsabilidades, tanto en dirección como en las bases.
Zapata, que considera
estar haciendo Némesis II, no
advierte que está concluyendo no una
nueva postura interpretativa propia e innovadora, sino una versión coincidente
con la de la cúpula de SL, que afirma que ellos tan sólo elaboraban las grandes
ideas, y que cada quién hizo lo que quiso, fuera de su control. Y, además, como
Zapata expuso sólo la sustancia de su nueva posición ―y
evitó remarcar su distancia y oposición―,
los chicos del Movadef/Fuddep, se inclinaron reverentemente ante su
intervención como lo único rescatable
del evento y «lo más avanzado».
La directiva o pauta, entonces, estaba clara.
III
Pero si Antonio Zapata moduló su discurso, quizá
previniéndose de colisionar con Movadef/Fuddep, Óscar Gilbonio expuso su postura sin ambages ni medias tintas. Conversando
con el escritor, nos aclaró que él tenía pensado exponer básicamente su ensayo
y el libro Textos de Combate, pero dado
el clima que se apreciaba prefirió, además, ponerlos en contexto y ganar iniciativa.
Podríamos resumirla
así: Él participó en una organización alzada en armas, por la cual purgó
prisión. Que las condiciones histórico-sociales le llevaron a tomar una postura
por la transformación social. Que estando en prisión abordó la literatura y que fue desde tiempo atrás una de
las voces que exigían un balance autocrítico de la organización. Que en la
propia literatura, se aprecian los problemas de fondo que los dirigentes no
quieren abordar. Pérez Huarancca, por ejemplo, ya expone la situación del Perú
en los 80, y que en nada eso hablaba de un país semifeudal, como era el
discurso de SL. Y que ese fue uno de los factores de su derrota.
Cuando Gilbonio intervenía, empezaron a
producirse roces y tumultos. Alguien, desde las escaleras, gritaba:
― Renegado, renegado.
Otro, empezó a
arengar:
― ¡Abajo la farsa del juicio!
Venían pues con
consigna: entre otros, la de convertir el evento en una tribuna para denunciar sobre el juicio que el Estado
Peruano ha abierto al Comité Central del PCP-SL. Y como eran malamente tratados
en tal juicio (rechazamos ese juicio, porque apunta contra dirigentes que ya
cumplieron su condena, y deben salir en libertad), aquel que osara criticarlos
pasaba automáticamente a convergir y ser cómplice, y por qué no agente del
enemigo. Más valía callar, porque los «héroes
revolucionarios», sobre todo el Felón Abimael Guzmán, estaban librando una
batalla decisiva en los tribunales.
Pero yendo un poco
más allá, se trata, por cierto, de un juicio traído de los cabellos, y que
apunta a arrancar compromisos, creemos, no tanto de AGR y EYR ―dos
capituladores en toda la línea―, sino a los otros
dirigentes que ya debieran salir en libertad, algunos de los cuales podrían
tener muy firme su condición y su papel. Una larga vida dada a la revolución,
no puede caerse como hojas de otoño porque el líder les dice que caminen de rodillas junto con él. Así, no cabe
emboscar esta realidad ni esta virtual o probable contradicción a la vista, por más que Guzmán aparezca ya encorvado, sin
dientes y reclamando airadamente por médico privado.
Frente a estos gritos
victimizantes propias de una portátil
bien aceitada, otras personas que habían ido al Gremio a escuchar el debate, y
pedían que los dejaran escuchar; que aquel era un lugar para la discusión de
ideas, no para lanzar consignas.
Las grandes figuras
de Mariátegui, Vallejo y Arguedas, lo
observaban todo, impasibles, desde el banner del Gremio de Escritores del Perú.
Mariátegui, con su mirada agónica y pura: el heroísmo de su existencia breve y
fecunda nos emplaza a todos. Arguedas, sereno, en el apogeo de su vida trágica.
Vallejo, pensativo, parecía seguir hilvanando en esa potente cabeza, versos universales.
El ánimo de los
exaltados activistas del
Movadef/Fudepp a todas luces era
provocar un enfrentamiento. Y de un enfrentamiento sólo podía esperarse la
finalización del evento. Por eso, algunos concurrentes nos dijeron:
―
Si bien les llamamos la atención, se notó que ellos empezaron a buscar
enfrentamiento―.
Un miembro del
público, exigía que dejen hablar a Gilbonio.
Y, en efecto, aprovechando su número y por orden terminante y marcial de un emperador
de palo que bajó el dedo, se oyó:
―
¡Sáquenlo!―.
En el mismo momento un grupo del Movadef/Fuddep, que
se creía dueño de la situación, lo empujó y agredió a empellones, bajándolo a
la fuerza por las escaleras. Si hubiese tenido un grupo que lo apoyase, eso
habría llevado a una batalla campal. Este activista popular que se resistió a
la agresión manchera, tenía marcas en
el cuello, fruto de la agresión, pero no se arredró y regresó al ruedo. Gilbonio, por su parte, terminó su
intervención con el debido aplomo.
Anouk
Guiné, moderó el debate hasta donde pudo y debió
afrontar las preguntas e invectivas. Allá por el 2014, cuando Guiné, empezaba a profundizar en los
entretelones del conflicto armado, Movadef le obsequió flores seductoras en
Huamanga. Ayer fue saludada, hoy era atacada. Rocío Maldonado, que había intervenido primero, expuso un trabajo que
evalúa si en verdad existió un carácter emancipador de la participación de la
mujer en la Lucha Armada. Básicamente concluye que en SL se mantuvieron los
moldes patriarcales. Dinnik Ascensios,
por su parte, había comentado con detalle el trabajo de Antonio Zapata.