El
esclarecimiento de la verdad histórica es tarea para los escritores
protagonistas del conflicto interno. ¿Cómo asumirla?
En
Agosto del 2014 el Grupo literario Nueva
Crónica publicó Cuentos de trinchera,
su segundo libro colectivo en cuyo prólogo convoca a las críticas, observaciones
y sugerencias. Además, como ex prisionero también por causa del conflicto
interno y como escritor en forja interesado en desarrollar literatura de los insurgentes, creo
conveniente manifestar mi opinión.
Que
se publiquen relatos de los protagonistas del conflicto interno nutre una
visión distinta y particular acerca del mismo. Pero ¿qué tanto se sirve a
esclarecer la verdad histórica?
Entre las composiciones destaca La malla oscura,
el relato de una niña, que va al encuentro y al conocimiento de su padre a
quien no ha podido distinguir a través del locutorio, y justamente cuando éste ha sido destruido
por los prisioneros en una lucha que ha implicado
la caída del régimen cerrado especial o de mayor aislamiento. Las
circunstancias están expresadas con palabras y entendimiento de niña.
Vejamen,
por el lenguaje coloquial, el afecto expresado en el mismo y la dosificación de
la tensión, logra comprometernos con las visitas femeninas que soportan el
hostigamiento y las revisiones humillantes por parte de los funcionarios del
Estado, consentidas o promovidas por las autoridades penitenciarias.
Son dos
cuentos donde el personaje principal es el familiar y en ellos logran nivel
artístico (superior en La malla oscura).
Sin embargo en las siete narraciones restantes que conforman el libro, no
alcanzan a escalar. ¿Por qué? A mi juicio por razones ideológicas.
Todo
escritor expresa su concepción del mundo en su obra y debe esforzarse por
hacerlo artísticamente. En las composiciones aludidas hay una intención de
difundir y argumentar las posiciones políticas del PCP-SL. Con esto los autores
pueden sentirse más firmes y consecuentes con los postulados de una organización,
pueden intentar una proclama política pero de ningún modo producir una obra
artística de calidad. Y esto va contra el maoísmo que dicen seguir.
Lo
que exigimos es la unidad de la política y el arte, la unidad del contenido y
la forma, la unidad del contenido político revolucionario y el más alto grado
posible de perfección de la forma artística. Escribe Mao Tse-tung en
Intervenciones en el Foro de Yenán sobre Arte y Literatura.
Pero
lo más importante para un escritor que se identifica con el pueblo, además de
trabajar el aspecto artístico, es esforzarse porque su concepción del mundo se
ajuste a la realidad o la refleje lo mejor posible. Y aquí los autores, en diverso
grado, incurren en una falla fundamental: insisten en afirmaciones que pudieron
haberse entendido como verdad en un momento pero hoy, con el desarrollo histórico
y la maduración de las ideas, no soportan un contraste con la realidad.
A
continuación las principales aseveraciones.
…el Partido iba a tomar el Poder (…)
pero lamentablemente capturaron a nuestra dirección política
(38)
La
toma del poder era objetivo del PCP-SL y con él cohesionaba a su contingente.
Hubo más de un analista –senderólogo–
o personaje público que opinó sobre esa posibilidad, pero el propio Abimael Guzmán en el documento Defender la vida del Partido
revela cuán difícil era la situación de cada comité zonal o regional del PCP-SL
antes de su detención. Para salir de ese atolladero no se hicieron los ajustes
políticos que supuestamente recién se tratarían en el III Pleno sino que se
incrementaron las acciones militares, forzando imponer la visión de un
inexistente Equilibrio Estratégico.
Visto
el país en su conjunto, se había conformado un frente político en contra del
movimiento desde 1988 integrado por sectores del pueblo, izquierda legal,
iglesia, abonado por los propios errores del PCP-SL. Además las rondas
campesinas y comités de autodefensa se constituían en serio valladar en el
campo. Hoy se sabe que aparatos de inteligencia localizaron la vivienda donde
se ubicaba la dirección del movimiento pero no la capturaron. El Estado decidió
facilitar su fuga en 1990 hasta un mejor momento
para la aplicación de sus planes. La detención de 1992 solamente remató el
conjunto de problemas que se venían arrastrando.
El PCP, como sabe el país, ha asumido
enteramente su responsabilidad. (113)
Una
cosa es la responsabilidad penal individual y otra es la responsabilidad
política de la organización. Los prisioneros han asumido largamente y en muchos
casos con más de 20 años de carcelería su responsabilidad individual. El país
sabe que voceros del PCP-SL hablan en términos generales de errores, excesos y limitaciones pero que
no ha suscrito en ningún documento, pronunciamiento, libro, capítulo, carta, o
cualquier otro medio su responsabilidad política, esto es su balance
autocritico del proceso de la guerra: una omisión histórica y falta de respeto
al pueblo que dice defender.
La
amnistía que planteamos implica que el Estado asuma su parte para después dar
la salida. Si no lo hace, el pueblo, la nación y la sociedad peruana en su
conjunto van a seguir en esta situación de guerra sin guerra, de odio y resentimiento, y no vamos a lograr
la reconciliación nacional que tanto necesitamos todos. (113)
La
amnistía es una solución al final de un conflicto armado, implica que las
partes contendientes asuman su responsabilidad política. El énfasis del PCP-SL
está en olvidar y no en extraer lecciones del proceso social –que denomina
paradójicamente el más grande de la historia peruana–. Además, la exigencia de que
el Estado asuma su responsabilidad –y no ellos– tiene trazas de viveza criolla.
Así pierde seriedad, credibilidad, más todavía cuando todo lo empaquetan en una necesidad de la sociedad peruana en su
conjunto, o en una reconciliación
nacional que tanto necesitamos todos, al mejor estilo de una política oportunista,
sin sello de clase.
La
amnistía requiere una opinión favorable y esto demanda que la guerrilla, o
lo que queda de ella, se fusione con el
pueblo y sepa previamente asimilar las criticas, observaciones o emplazamientos
en un periodo histórico distinto, pero resulta que, desde 1992, lejos de luchar
codo a codo por la defensa de los derechos e intereses del pueblo, ha preferido
–y prefiere– mover sus fuerzas en función de lograr un acuerdo con el gobierno
de turno, centrado en la libertad de sus dirigentes.
En
el prólogo señalan:
…en
Octubre de 2006, en el primer número del boletín Nueva Crónica, proclamamos que
salíamos a la luz para servir con todas nuestras energías a que la verdad
histórica de los trascendentales años 80 se abra paso. (9)
Servir
a que la verdad histórica se abra paso implica para los escritores contar
literariamente lo que sucedió en nuestro país, con conocimiento de causa y con
una visión histórica profunda, porque el proceso de la guerra tuvo aspectos
positivos y negativos, los primeros a destacar y los segundos a señalar en
función de aprender. ¿Cómo se puede servir a ello cuando el olvido, la
unilateralidad, el borrón y cuenta nueva se imponen?
No
es cierto que el PCP-SL haya asumido su responsabilidad política, su balance
autocrítico del proceso de la guerra. Lo real es que su dirección prefiere el
olvido, el borrón y cuenta nueva. Sin embargo en el imaginario de algunos
militantes la falsedad se asume y difunde como verdad.
En
el relato Fracturas refiriéndose al
Estado, sus leyes y aparatos, se afirma:
Tienen
un temor cerval de vernos en las calles junto a nuestro pueblo, porque hemos
demostrado en los dichos y en los hechos que somos sus mejores representantes
(53)
Autoerigirse
vanguardia del proletariado y del pueblo, fue la tónica de todas las
organizaciones políticas de izquierda desde los sesenta. Todas predicaban la
lucha armada. La diferencia sustancial del PCP-SL y del MRTA fue llevarla a la
práctica en los 80. Sin embargo eso no es suficiente para definirse mejor representante,
salvo que se ponga por delante el aspecto militar y esto no es marxismo. Lo que
define es la política que guía y si esta responde a los intereses del pueblo o
no, es decir si está conforme a la verdad y a la ciencia; y como ya estamos
viendo los planteamientos básicos precedentes del PCP-SL no responden ni a la
verdad ni a la ciencia, solo al buen deseo, al interés particular de su
dirección. Eso tampoco es marxismo.
Y no
está en cuestión el heroísmo demostrado, la capacidad de auto sostenimiento, el
espíritu de combate de militantes del PCP-SL, sino la política que provocó el
fracaso de la lucha armada y la actual política oportunista. Porque han sido
miles los prisioneros que purgaron condena y salieron en libertad y cientos de
ellos luchan junto al pueblo. Más aún, apoyaron el proyecto del Movadef y fueron
testigos de su hundimiento, precisamente por obra y conducción de quienes
encabezan a los autodenominados mejores
representantes del pueblo.
Otros
planteamientos reflejan un insuficiente debate o ideas confusas. Lo delicado es
que son parte del prólogo. Como la que reproducimos a continuación en que dice
y se desdice:
No se trata (…) de testimonios. Tampoco
de cuentos testimoniales, es decir, de testimonios presentados bajo la forma de
un cuento (…) hemos escogido narradores en primera persona para dejar patente
ante el lector que estamos narrando lo que hemos vivido, y no de lo que nos han
contado.
O
esta otra que parece más bien una justificación a su falencia artística. Porque
como estamos viendo, no difunden ideas innovadoras o científicas:
En cuanto a la técnica, tratamos de que
sea funcional a la historia, que no sobresalga por sí misma, que no llame la
atención. Pensamos que una literatura
que pondera la técnica revela, en el fondo, una carencia de contenido nuevo,
como una persona que pretende encubrir con sus ropajes su falencia de ideas nuevas.
En Furia de rocas un sobreviviente del
genocidio de El Frontón exige el respeto
a nuestra condición de prisioneros de guerra y el cumplimiento de la Convención
de Ginebra. Y por si no se ha reparado, dicha convención no solo establece
el trato debido a los prisioneros sino la protección de personas civiles, y en
este aspecto la guerrilla tenía serios problemas a tal punto que Guzmán afirma perentorio
ajustarse a Ginebra en el III Pleno que nunca concluyó.
En Fracturas la hermana debe comunicar la
triste noticia de un cáncer materno a su hermano prisionero. Pero quienes se
suponen más avanzados deberían investigar al respecto y llegarían a la
conclusión que los convencionales tratamientos a través de fármacos y quimioterapia
son promovidos por grandes consorcios medico-farmacéuticos y muchas veces
resultan contraproducentes frente a tratamientos de medicina alternativa que
están demostrando su eficacia a partir de drásticos cambios en la alimentación.
Así la muerte de la madre no se explica científicamente sino que sería parte del costo por construir un mundo
nuevo.
Estos
son algunos problemas de concepción. La raíz de los mismos no puede ser otra
que el abandono y la sustitución del pensamiento de José Carlos Mariátegui en
los 80. El Amauta nunca expresó ni
promovió este tipo de composiciones literarias. Fue un maestro en estimular el
pensamiento científico y el arte innovador con raíces propias.
En
la obra del Amauta percibimos el espíritu científico e innovador, alejado del
dogmatismo. El abandono de su pensamiento provocó serias desviaciones en el
PCP-SL y, como no podía ser de otro modo, aquellas tienen su expresión también
en el terreno artístico y literario.
Walter
Vargas, uno de los miembros del Grupo literario Nueva Crónica, que además de
relatos difunde artículos, lo suscribe. Para él, es Guzmán el más grande maestro del proletariado peruano. Y en ese mismo escrito sostiene, no sabemos si a
modo de confesión o aleccionamiento:
…la mente dogmática por ser floja, no
crea, se limita a trasladar las consignas políticas al papel.
En suma,
el libro en su conjunto expresa una calidad inferior al precedente: Camino
de Ayabamba (2007),
porque el desfase con la realidad es mayor y prima la urgencia de expresar las
políticas erróneas del PCP-SL, tal como se impuso al Movadef.
El
resultado es conocido.
Los
compañeros tienen el derecho y la obligación de rectificarse si realmente desean
servir al esclarecimiento de la verdad histórica.
Braulio Morante